lunes, septiembre 04, 2006

El mundo, la gente y las escaleras mecánicas...

Tengo la costumbre de esperar el tren en Chamartín sentado en el suelo. Me gusta sentar me ahí, apoyado en la pared de las escaleras que bajan a los andenes, pasar un poco desapercibido - menos para la policía, a la que no le debe gustar que uno se siente en el suelo- y observar las escenas cotidianas que suceden a mi alrededor.

En la estación, llena de gente que viene y que va, siempre me destaca una cosa: la cantidad de subsaharianos que hay, todos sentados esperando, sin decirse mucho los unos a los otros y con unas simple bolsas de mano como equipaje. ¿Y toda esta gente dónde va?¿de dónde viene?. A mí me parece que ni ellos saben a donde van. Me parece ver en sus caras que alguien les entregó un billete en un idioma que no entienden y hacia un lugar que ni ellos saben donde se encuentra, o eso es lo que llego a atisbar al mirar a muchos de ellos.
Será la nueva forma de premiarles por haber saltado una valla que tiene el gobierno, porque esta gente no es como otros como ellos que te encuentras en el tren, maleducados y prepotentes. Ellos están en un nuevo mundo que ni se imaginaban. Tan nuevo para ellos que muchos no sabían subirse y bajarse de las escaleras mecánicas, se desequilibraban y ayudaban unos a otros para no caerse.
Son pequeños detalles, pero a mi me dicen mucho sobre la situación de esas personas en un mundo nuevo, lleno de gente distinta en el cual les llevan de un lugar a otro, posiblemente engañados.
Pequeñas historias como alguien que pierde el tren y maldice, algo de mala educación y alguna sonrisa que se agradece entre tanto empujón para coger sitio y sobre todo mucha gente con caras largas y cansadas, con prisas y con ganas de llegar a casa lo antes posible.
Un rato sentado allí da para empezar a escribir más de una historia, probar un día a mirar a vuestro alrededor. Aunque seguro que por más que nos esforzásemos en imaginar la realidad superaría a la ficción.

No hay comentarios: