lunes, septiembre 29, 2008

El Coltán


No es la primera vez que hablo del Coltán, pero sí la primera que oigo hablar de él en la radio. Ya era hora de que esta palabra saltara de las mentes de unos pocos y de los oscuros mercados donde se comercia a la luz pública; ya era hora de que se citaran los porqués de la situación de Ruanda o de la inacabable guerra del Congo en los medios de comunicación, aunque sea de pasada.
La revolución tecnológica de los últimos 10 años lleva su nombre; el tantalio es un conductor de la electricidad mucho mejor que el cobre o el Aluminio; los móviles, pantallas planas, las Playstation, los DVDs y demás artilugios usan este mineral en sus componentes. Sin él ciertos “avances” no hubieran tenido lugar a la velocidad que se han producido.
Y, como todo recurso escaso, es codiciado por demasiados; ven en él una manera de hacerse, no sólo más ricos todavía, sino de adquirir el poder absoluto sobre el mercado de las telecomunicaciones, porque si alguien posee este recurso, el resto de componentes del mercado tendrán que pasar por él para poder seguir con su negocio. Para conseguirlo más de uno negociaría con el Diablo, o, más bien, sería capaz de convertirse en el propio Lucifer.
Este mineral no es explotado por grandes corporaciones mineras que, por lo menos y aunque sea por imagen, tienen la decencia de no utilizar niños en sus explotaciones y de utilizar medios avanzados en la explotación, sino por guerrillas que utilizan ese mineral como recurso de financiación, por contrabandistas y por gobernantes con pocos escrúpulos. Los mineros especializados son sustituidos por niños y gente que se juega la vida todos los días en agujeros que excavan a pico y pala.
Y, sí, resulta que ahí a las compañías se les acaba las buenas maneras de la que muchas veces presumen en su publicidad.
Por todo ello, es ciertamente increíble que este panorama no sea conocido en occidente. Es pasmoso cómo los medios de comunicación han corrido un telón de acero sobre este tema. Quizás sea que salpica a demasiados actores del mercado mundial y, quizás, a alguna gran multinacional.
Así que, en mi opinión, vale la pena “perder” un ratillo e informarse de qué es este mineral y cuáles son las consecuencias de que nosotros, el primer mundo, queramos tener esos pequeños móviles con cámara y MP3 o esas maravillosas Playstation y cómo hay gente que quiere que no sepamos las historias reales y cómo funciona el mundo en realidad.

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